Sin lugar a dudas hay muchas maneras de morir.
Esto es tan cierto que el más fuerte y sano puede caer sin una sola herida ni condición que lo justifique. Uno incluso puede morir de un susto, si, de un susto, BU! Muerto.
Esto es tan cierto que el más fuerte y sano puede caer sin una sola herida ni condición que lo justifique. Uno incluso puede morir de un susto, si, de un susto, BU! Muerto.
Los miles de factores que gobiernan al concepto de la muerte son los responsables de que el arte de determinar las causas, o la hora de la muerte, sea un oficio tan complejo y es por esto que a veces, ante aquellos extraños casos donde la muerte es verdaderamente antinatural e inexplicable, los mismos muertologos fallan en diagnosticarla.
El ejemplo más claro que viene a mi mente sucedió hace tan solo unos años. La policía fue alertada ante la denuncia de unos vecinos que escucharon el grito desgarrador de un hombre. Al llegar al lugar del siniestro por algún descuido cometieron un terrible error: Reportaron cuatro victimas fatales en vez de cinco. Una equivocación fácil de comprender, después de todo quien pensaría que uno de los fallecidos seguía acariciando la cabeza de su hija, verdad?
Aun así fue un error, de haber hecho bien su trabajo habrían notado que el hombre que sollozaba rodeado de los restos de su familia presentaba todos los síntomas de la muerte. Su piel estaba pálida, fría y cubierta de sudor; sus ojos estaban apagados, sin foco y no mostraban reacción ante estímulos externos y había perdido esos 21 gramos de alma que lo volvían humano. El hombre había perdido completamente su humanidad. Era un muñeco, una encarnación de todo lo que es terrible y doloroso.
Porque deberíamos preocuparnos de si su corazón late o su cerebro aun computa? Cuando los primeros oficiales entraron a la casa y lo vieron arrodillado abrazando los cuerpos de sus hijas de cinco y siete años a tan solo pasos del cadáver de su mujer, deberían haberlo visto a los ojos, sus años de experiencia deberían haberles advertido que se había roto, que su humanidad se había quebrado, que nunca iba a volver a ser un hombre y entonces, por piedad, pegarle un tiro en la cabeza. Un ultimo regalo para un hombre agonizante.
En lugar de eso le gritaron que pusiera las manos en su cabeza, lo arrojaron al suelo, lo esposaron, lo interrogaron como a un criminal, lo metieron en un calabozo por meses hasta que determinaron que era inocente y luego lo obligaron a vivir el circo jurídico que termino declarando que el violador homicida de su esposa e hijas era inimputable por dos simples motivos, el primero que al momento del delito era menor de edad y el segundo que su padre era un político con suficiente dinero.
Aun así fue un error, de haber hecho bien su trabajo habrían notado que el hombre que sollozaba rodeado de los restos de su familia presentaba todos los síntomas de la muerte. Su piel estaba pálida, fría y cubierta de sudor; sus ojos estaban apagados, sin foco y no mostraban reacción ante estímulos externos y había perdido esos 21 gramos de alma que lo volvían humano. El hombre había perdido completamente su humanidad. Era un muñeco, una encarnación de todo lo que es terrible y doloroso.
Porque deberíamos preocuparnos de si su corazón late o su cerebro aun computa? Cuando los primeros oficiales entraron a la casa y lo vieron arrodillado abrazando los cuerpos de sus hijas de cinco y siete años a tan solo pasos del cadáver de su mujer, deberían haberlo visto a los ojos, sus años de experiencia deberían haberles advertido que se había roto, que su humanidad se había quebrado, que nunca iba a volver a ser un hombre y entonces, por piedad, pegarle un tiro en la cabeza. Un ultimo regalo para un hombre agonizante.
En lugar de eso le gritaron que pusiera las manos en su cabeza, lo arrojaron al suelo, lo esposaron, lo interrogaron como a un criminal, lo metieron en un calabozo por meses hasta que determinaron que era inocente y luego lo obligaron a vivir el circo jurídico que termino declarando que el violador homicida de su esposa e hijas era inimputable por dos simples motivos, el primero que al momento del delito era menor de edad y el segundo que su padre era un político con suficiente dinero.
Entonces lo enviaron a vivir con su madre, bajo vigilancia psicológica. El psicólogo lo envió con un psiquiatra. El psiquiatra le receto los antidepresivos más poderosos que el dinero podía comprar y lo envió con un especialista en trauma que determino un tratamiento largo y caro. Tratamiento destinado al fracaso, ya que la psicología solo puede tratar el dolor humano, y ya no quedaba humanidad que tratar, los muertos no pueden estar ni felices ni tristes. En el trabajo le dieron un retiro anticipado con pensión completa, mientras que su madre escondió todas las fotos de sus nietas y su nuera para comenzar a vivir como si nunca hubieran existido esperando que un día él despierte y este bien.
Inútiles, inconscientes y dementes, todos ellos. Los calificaría con un 2 por el esfuerzo. No me malinterpreten, no los culpo por el estado del pobre diablo y tampoco comparto la opinión de que deban ser hechos responsables de los hechos finales de la historia. Después de todo, desde el principio este final era de esperarse. El asesino de su familia camina libre mientras que él no-vive sin un alma, recuerdan? La perdió un miércoles por la noche cuando llego a su casa y se encontró a su familia llorando y sangrando en el suelo hasta morir. Lo irónico es que perdió su alma rezando por una ambulancia tardo más de una hora en llegar.
Si tan solo alguien hubiera realizado su trabajo bien en cualquier punto de toda esta historia no tendrían que haberlo llamado "Monstruo". Si los padres del monstruo original le hubieran prestado la atención que necesitaba, si la ambulancia hubiera llegado a tiempo, si la justicia no fuera una letrina sucia, si los expertos lo hubieran metido en una cárcel acolchonada o si los policías, que sabían que esperar cualquier cosa diferente a lo que paso es una utopía, le hubieran metido una bala entre los ojos. Ahora la sociedad no estaría en shock, ni las señoras bien vestidas alarmadas en la tele, ni los comentaristas sin moral discutiendo asqueados las razones por las que un hombre secuestra, tortura, viola y mata al violador y asesino de su familia, antes de entregarse arrastrando el cuerpo y rogando por la pena de muerte.
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