Alegrate! El fin ha llegado! pregonaba el bufon del pueblo. Alegrate! Tus cadenas se han roto!
Alegrate! Al fin eres libre! gritaba su compañero. Alegrate! No lo seras por mucho!
Ambos payasos saltaban y jugaban entre los tristes soldados buscando alegrar sus corazones rotos. Mas ninguno de los hombres heridos, cansados y hambrientos entendian porque debian alegrarse. Habian sido derrotados y sentenciados a la peor de las condenas: El despues.
La fila de soldados arrastraba lentamente sus pies hacia la casilla donde sus vidas terminarian. Los bufones los alentaban a caminar enumerando todas las cosas que habian obtenido con la derrota:
Alegrate! Al fin eres libre! gritaba su compañero. Alegrate! No lo seras por mucho!
Ambos payasos saltaban y jugaban entre los tristes soldados buscando alegrar sus corazones rotos. Mas ninguno de los hombres heridos, cansados y hambrientos entendian porque debian alegrarse. Habian sido derrotados y sentenciados a la peor de las condenas: El despues.
La fila de soldados arrastraba lentamente sus pies hacia la casilla donde sus vidas terminarian. Los bufones los alentaban a caminar enumerando todas las cosas que habian obtenido con la derrota:
Libertad; Calma ; Tiempo.
Pero ninguno de los soldados entendia aquellas palabras ¿Habian ganado por ser derrotados? ¿Que podian ganar al perder todo lo que deseaban? Todo por lo que habian peleado. Entendian que no habian sido los mejores guerreros, podian enumerar cada una de las razones por las que la derrota era su unico destino, pero no podian ver porque debian alegrarse, a caso se burlaban de ellos, a caso los buffones no deberian sentir tambien su dolor?
Uno a uno entraban a la casa de piedra, entregaban sus armas, sus escudos y sus razones para luchar. Y a cambio recibian una roca afilada, un odre lleno y unas botas nuevas. Uno a uno salian de la casa leyendo la corta misiva que el rey les dirigia, quien habia perdido más que nadie.
Alegrate! Porque somos libres, libres de caminar la tierra con nuevas botas, libres de beber hasta saciarnos y de arrancarnos de la carne todas las marcas de nuestro antiguo ser. Porque ese es el deber de los derrotados, caminar hasta que sus botas se rindan y la piel de sus pies se abra -entonces estaran lo suficientemente lejos para ver el mundo- beber hasta que el odre no pueda dar más -entonces estaran lo suficientemente ebrios para llorar- y cortar de su carne las marcas del amor.
Uno a uno entraban a la casa de piedra, entregaban sus armas, sus escudos y sus razones para luchar. Y a cambio recibian una roca afilada, un odre lleno y unas botas nuevas. Uno a uno salian de la casa leyendo la corta misiva que el rey les dirigia, quien habia perdido más que nadie.
Alegrate! Porque somos libres, libres de caminar la tierra con nuevas botas, libres de beber hasta saciarnos y de arrancarnos de la carne todas las marcas de nuestro antiguo ser. Porque ese es el deber de los derrotados, caminar hasta que sus botas se rindan y la piel de sus pies se abra -entonces estaran lo suficientemente lejos para ver el mundo- beber hasta que el odre no pueda dar más -entonces estaran lo suficientemente ebrios para llorar- y cortar de su carne las marcas del amor.
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