En una calle cualquiera, más allá de una estacion, llegando al borde de la ciudad, hay un bar.
El nombre no importa ya que su unico hito es que es donde sucedió esta historia, un edificio ruinoso al final de un callejón oscuro y sucio. Botellas rotas descansan en la entrada, y el lugar huele a sangre, cerveza y sudor.Allí nos encontrabamos esa noche, bueno, todas las noches. Un payaso, un Perro y un Loco, como los tres chiflados, pero sin ser tan divertidos. Bebimos porque no había nada más que hacer, sino estar sentados en el bar hablando con la anciana que llenaba los vasos.Terminando la segunda botella, el Perro sacó una baraja de cartas, vamos a jugar una mano, propuso sin pensar. Si no hay nada más que hacer, respondio el payaso y vaciaron los bolsillos por unas monedas para comenzar a jugar.Grave error, el Perro se olvidó de que el Loco era un jugador, un maldito ludomaníaco, al Payaso simplemente no le importaba, era un jodido idiota. Mirando hacia atrás, me arrepiento de haberlo dejado ganar. Porque el Loco no sabía cuándo parar, y en lo alto del subidon comenzó a buscar entre las mesas con quién jugar.Así que venció a la dueña del bar, por cien, a un motociclista, doscientos, algunos niños con plata de otra mesa, a ellos les quito lo que tenían, otros tantos billetes. El resto que lo había visto ir de mesa en mesa, entendió que estaba en una racha y se negó a jugar. Pero el Loco también se dio cuenta de que estaba en racha.Ahí es donde apareció el Ruso, de la nada, lo juro. Alto, calvo, con un impecable traje negro, gemelos de oro y guantes blancos. Su rostro era serio y duro, aunque pálido y enfermizo. Estaba totalmente fuera de sintonía con el lugar, sentado solo en el bar con una hermosa botella de Jack. El ruso aceptó, sin siquiera pensarlo, lo invitó a sentarse en una mesa cercana y en pocas manos se llevó todo. Incluso su anillo y un collar. Creo que ahora es cuando tengo que decir que el Loco estaba casado.El Loco pidió dinero, pero los dos amigos no tenían nada. Fue entonces cuando imploró de rodillas, pero el Ruso no se inmutó y continuó con su bebida. Cuando la implorar no funcionó, se rompió, amenazó, arrojó la fina botella al suelo. Y el Ruso sonrió, sus labios se curvaron en una sonrisa enfermiza y mirándolo directamente a los ojos, sacó un revólver. Un gran Taurus. Pero el Loco era un tonto, de esos que no le temen a la muerte, y el Payaso con su puño le cerro la boca.No, no - dijo el ruso - Tengo una apuesta para él, le encanta apostar ¿Verdad? Entonces con una sola bala puede recuperarlo todo.Se arremango, y una por una sacó las siete balas del 44, colocándolas sobre la mesa, mostró el tambor vacío, tomó una de las seis balas, la cargo, giró el tambor y lo cerró dejando a los otros seis dioses de la muerte sobre la mesa.El tambor dara un giro - dijo - si se atreve a ponérselo en la cabeza y disparar, sin volarse la cabeza, tendrá su alianza.El ruso sonrió. El Payaso intentó sacar al Loco. El perro intentó negociar. El tonto aceptó.Empujó al Payaso, apartó al Perro y, girando una silla, se sentó frente al ruso. Los dos amigos lo insultaron e intentaron tomar el arma, pero se detuvieron cuando vieron que el 44 tenía un gemelo en el cinturon del hombre elegante. Este acarició el arma y los observó.Creo que tu amigo estuvo de acuerdo en jugar - dijo.Este es un juego entre él y yo - dijo el Loco.¡Me gusta! Atrevido y confiado - el Ruso sonrió y su sonrisa era oscura e inhumana.Tomó el revólver, beso el cañón, peso el arma y se la puso en la sien. Inhala, exhala, aprieta los dientes y mira a sus amigos.No lo hagas, idiota - dijo el payaso.Tengo los números a mi favor, ¿verdad? - Respondió y cerró los ojos con fuerza.El hierro frio le quemaba la mano, el sudor le bañaba la frente, le temblaba el pulso. Con una mueca llena de dolor aunque sin miedo inhaló, exhaló. El silencio se hizo funerario. Su cuerpo se relajó como si abandonara la vida. Tiró del gatillo. CLICK.La tensión se cortó, el aire perdió su frío y el Loco se relajó en la silla, dejando el revólver sobre la mesa. Temblando, extendió la mano, tomó el anillo y se lo puso.
El ruso aplaudió enérgicamente. Casi en éxtasis.Eso fue divertido, ¿verdad? - dijo mientras construia una montaña con el dinero que le había quitado. Peso por peso contó el dinero en la mesa, lo hizo en voz alta para que todos supieran lo que el Loco se habia ganado. Fue entonces cuando abrió su billetera, sacó varios billetes, los contó lentamente y sonrió.¡Doble o nada! - dijo sonriendo.El Payaso dijo que no, que el Perro trató de tomar al Loco del brazo y el Ruso estaba que no cabia en si mismo de la emocion cuando escuchó que el Loco aceptó. Tanto el Perro como el Payaso lo enviaron a follar a su madre.Es mi decisión -dijo el Loco, envalentonado por el triunfo mínimo y tomó el revólver sin volver a girar el tambor.
Trago, ladeó el arma otra vez y colocó el cañón contra su jodida cabeza. El tic-tac del reloj se volvió abrumador, el bar parecía aterrorizado por lo que estaba sucediendo.Inhalo, exhalo, acarició el gatillo y cerró los ojos.CLICK.
El ruso solo sonrió un poco más. Los dos amigos parecían agotados y cabreados. Pero el Loco estaba tan emocionado como el cabrón enfermo que propuso el juego. Mirando el revólver con intensidad, el tonto golpeo la mesa con la palma.
Doble o Nada - exclamó sorprendiendo a sus amigos pero no a su contrincante.Esperaba la apuesta, acepto - respondió sonriendo.Una vez más, llevó el cañón a su sien y sin tanto preámbulo. CLICK.El sonriente ruso dejó otra pila de dinero sobre la mesa, contándolos en voz alta para que todo el bar fuera su testigo. Cuando terminó miró al Loco y con la misma ceremonia de su morral saco otra pequeña montaña de fajos de billetes.Las matemáticas empezaban a ponerse tristes, una bala en cuatro cámaras, pero el Loco no pensó en eso y aceptó a volver a poner el arma en su sien, miró al anciano frente a él y con esa mirada desafiante. CLICK. El sudor bañaba a casi todos en el bar, el silencio se perpetuaba mientras el ruso contaba más billetes, tan paciente y calmado que era inquietante. Cuantos miles habia en la mesa ya?
El loco siguio desafiando a la muerte a pesar de que estaba aterrorizado, apretó con fuerza el puño y jalo del gatillo. CLICK. Un suspiro se extendió y el ruso volvió a contar el dinero, esta vez fardos, doce paquetes que uno por uno demostraron que eran el verdadero negocio. El tonto contó el dinero, su pulso se aceleró. Uno de dos. Dos cámaras, una bala y veinticuatro mil sobre la mesa. El reloj se quedó en silencio. Todos dejaron de respirar cuando lo vieron levantar el maldito revólver, su mano tembló como si estuviera levantando toneladas y apuntó a su maldita cabeza, cerró los ojos y se encomendo a Dios y grito. CLICK.
La risa y los aplausos, los aplausos de la victoria, el revólver cayendo sobre la mesa, la silla en el piso, el Loco celebró la vida como nunca antes. Y mientras todos se reían y aplaudían, el ruso en su silencio mortal sonrió dejando una bala sobre la mesa. El silencio llenó lentamente la habitación. Siete balas de pie en la mesa. Doble o Nada - dijo el ruso poniendo una de sus manos enguantadas sobre el dinero que estaba sobre la mesa. Seis balas sobre la mesa y personas sumidas en la incertidumbre se habían congelado. Doble o Nada - repitió el ruso y el Tonto tomando la silla se sentó nuevamente tomando el revólver. Intento pesarlo, imaginar cuánto debería pesar descargado. Siete balas. Siete cámaras. Y el Bluff más grande que se haya hecho.
- Puedes volver a girar el tambor si quieres!Solo para calmar sus nervios le dio una vuelta al tambor como el Ruso le habia dicho, acomodó el revólver en su cabeza y se volo el cerebro frente a una taberna llena.El ruso sonrió, con calma, miró el cuerpo, el enorme agujero que dejó el revólver en su cabeza y la sangre que se derramó sobre la mesa y bañó el dinero. Se levantó, caminó alrededor de la mesa, tomó su mano izquierda y le quitó el anillo. Miró al Perro, luego al Payaso, estaban pálidos y aterrorizados, con una sonrisa cada vez mayor, se quitó uno de sus guantes blancos en busca de un lugar donde colocarse ese anillo, pero en ninguno de sus dedos quedaba espacio.Más tarde, cuando la policía revisó la cinta, vieron al tonto contando dinero y jugando a la ruleta rusa sentado en una mesa. Solo.
El nombre no importa ya que su unico hito es que es donde sucedió esta historia, un edificio ruinoso al final de un callejón oscuro y sucio. Botellas rotas descansan en la entrada, y el lugar huele a sangre, cerveza y sudor.Allí nos encontrabamos esa noche, bueno, todas las noches. Un payaso, un Perro y un Loco, como los tres chiflados, pero sin ser tan divertidos. Bebimos porque no había nada más que hacer, sino estar sentados en el bar hablando con la anciana que llenaba los vasos.Terminando la segunda botella, el Perro sacó una baraja de cartas, vamos a jugar una mano, propuso sin pensar. Si no hay nada más que hacer, respondio el payaso y vaciaron los bolsillos por unas monedas para comenzar a jugar.Grave error, el Perro se olvidó de que el Loco era un jugador, un maldito ludomaníaco, al Payaso simplemente no le importaba, era un jodido idiota. Mirando hacia atrás, me arrepiento de haberlo dejado ganar. Porque el Loco no sabía cuándo parar, y en lo alto del subidon comenzó a buscar entre las mesas con quién jugar.Así que venció a la dueña del bar, por cien, a un motociclista, doscientos, algunos niños con plata de otra mesa, a ellos les quito lo que tenían, otros tantos billetes. El resto que lo había visto ir de mesa en mesa, entendió que estaba en una racha y se negó a jugar. Pero el Loco también se dio cuenta de que estaba en racha.Ahí es donde apareció el Ruso, de la nada, lo juro. Alto, calvo, con un impecable traje negro, gemelos de oro y guantes blancos. Su rostro era serio y duro, aunque pálido y enfermizo. Estaba totalmente fuera de sintonía con el lugar, sentado solo en el bar con una hermosa botella de Jack. El ruso aceptó, sin siquiera pensarlo, lo invitó a sentarse en una mesa cercana y en pocas manos se llevó todo. Incluso su anillo y un collar. Creo que ahora es cuando tengo que decir que el Loco estaba casado.El Loco pidió dinero, pero los dos amigos no tenían nada. Fue entonces cuando imploró de rodillas, pero el Ruso no se inmutó y continuó con su bebida. Cuando la implorar no funcionó, se rompió, amenazó, arrojó la fina botella al suelo. Y el Ruso sonrió, sus labios se curvaron en una sonrisa enfermiza y mirándolo directamente a los ojos, sacó un revólver. Un gran Taurus. Pero el Loco era un tonto, de esos que no le temen a la muerte, y el Payaso con su puño le cerro la boca.No, no - dijo el ruso - Tengo una apuesta para él, le encanta apostar ¿Verdad? Entonces con una sola bala puede recuperarlo todo.Se arremango, y una por una sacó las siete balas del 44, colocándolas sobre la mesa, mostró el tambor vacío, tomó una de las seis balas, la cargo, giró el tambor y lo cerró dejando a los otros seis dioses de la muerte sobre la mesa.El tambor dara un giro - dijo - si se atreve a ponérselo en la cabeza y disparar, sin volarse la cabeza, tendrá su alianza.El ruso sonrió. El Payaso intentó sacar al Loco. El perro intentó negociar. El tonto aceptó.Empujó al Payaso, apartó al Perro y, girando una silla, se sentó frente al ruso. Los dos amigos lo insultaron e intentaron tomar el arma, pero se detuvieron cuando vieron que el 44 tenía un gemelo en el cinturon del hombre elegante. Este acarició el arma y los observó.Creo que tu amigo estuvo de acuerdo en jugar - dijo.Este es un juego entre él y yo - dijo el Loco.¡Me gusta! Atrevido y confiado - el Ruso sonrió y su sonrisa era oscura e inhumana.Tomó el revólver, beso el cañón, peso el arma y se la puso en la sien. Inhala, exhala, aprieta los dientes y mira a sus amigos.No lo hagas, idiota - dijo el payaso.Tengo los números a mi favor, ¿verdad? - Respondió y cerró los ojos con fuerza.El hierro frio le quemaba la mano, el sudor le bañaba la frente, le temblaba el pulso. Con una mueca llena de dolor aunque sin miedo inhaló, exhaló. El silencio se hizo funerario. Su cuerpo se relajó como si abandonara la vida. Tiró del gatillo. CLICK.La tensión se cortó, el aire perdió su frío y el Loco se relajó en la silla, dejando el revólver sobre la mesa. Temblando, extendió la mano, tomó el anillo y se lo puso.
El ruso aplaudió enérgicamente. Casi en éxtasis.Eso fue divertido, ¿verdad? - dijo mientras construia una montaña con el dinero que le había quitado. Peso por peso contó el dinero en la mesa, lo hizo en voz alta para que todos supieran lo que el Loco se habia ganado. Fue entonces cuando abrió su billetera, sacó varios billetes, los contó lentamente y sonrió.¡Doble o nada! - dijo sonriendo.El Payaso dijo que no, que el Perro trató de tomar al Loco del brazo y el Ruso estaba que no cabia en si mismo de la emocion cuando escuchó que el Loco aceptó. Tanto el Perro como el Payaso lo enviaron a follar a su madre.Es mi decisión -dijo el Loco, envalentonado por el triunfo mínimo y tomó el revólver sin volver a girar el tambor.
Trago, ladeó el arma otra vez y colocó el cañón contra su jodida cabeza. El tic-tac del reloj se volvió abrumador, el bar parecía aterrorizado por lo que estaba sucediendo.Inhalo, exhalo, acarició el gatillo y cerró los ojos.CLICK.
El ruso solo sonrió un poco más. Los dos amigos parecían agotados y cabreados. Pero el Loco estaba tan emocionado como el cabrón enfermo que propuso el juego. Mirando el revólver con intensidad, el tonto golpeo la mesa con la palma.
Doble o Nada - exclamó sorprendiendo a sus amigos pero no a su contrincante.Esperaba la apuesta, acepto - respondió sonriendo.Una vez más, llevó el cañón a su sien y sin tanto preámbulo. CLICK.El sonriente ruso dejó otra pila de dinero sobre la mesa, contándolos en voz alta para que todo el bar fuera su testigo. Cuando terminó miró al Loco y con la misma ceremonia de su morral saco otra pequeña montaña de fajos de billetes.Las matemáticas empezaban a ponerse tristes, una bala en cuatro cámaras, pero el Loco no pensó en eso y aceptó a volver a poner el arma en su sien, miró al anciano frente a él y con esa mirada desafiante. CLICK. El sudor bañaba a casi todos en el bar, el silencio se perpetuaba mientras el ruso contaba más billetes, tan paciente y calmado que era inquietante. Cuantos miles habia en la mesa ya?
El loco siguio desafiando a la muerte a pesar de que estaba aterrorizado, apretó con fuerza el puño y jalo del gatillo. CLICK. Un suspiro se extendió y el ruso volvió a contar el dinero, esta vez fardos, doce paquetes que uno por uno demostraron que eran el verdadero negocio. El tonto contó el dinero, su pulso se aceleró. Uno de dos. Dos cámaras, una bala y veinticuatro mil sobre la mesa. El reloj se quedó en silencio. Todos dejaron de respirar cuando lo vieron levantar el maldito revólver, su mano tembló como si estuviera levantando toneladas y apuntó a su maldita cabeza, cerró los ojos y se encomendo a Dios y grito. CLICK.
La risa y los aplausos, los aplausos de la victoria, el revólver cayendo sobre la mesa, la silla en el piso, el Loco celebró la vida como nunca antes. Y mientras todos se reían y aplaudían, el ruso en su silencio mortal sonrió dejando una bala sobre la mesa. El silencio llenó lentamente la habitación. Siete balas de pie en la mesa. Doble o Nada - dijo el ruso poniendo una de sus manos enguantadas sobre el dinero que estaba sobre la mesa. Seis balas sobre la mesa y personas sumidas en la incertidumbre se habían congelado. Doble o Nada - repitió el ruso y el Tonto tomando la silla se sentó nuevamente tomando el revólver. Intento pesarlo, imaginar cuánto debería pesar descargado. Siete balas. Siete cámaras. Y el Bluff más grande que se haya hecho.
- Puedes volver a girar el tambor si quieres!Solo para calmar sus nervios le dio una vuelta al tambor como el Ruso le habia dicho, acomodó el revólver en su cabeza y se volo el cerebro frente a una taberna llena.El ruso sonrió, con calma, miró el cuerpo, el enorme agujero que dejó el revólver en su cabeza y la sangre que se derramó sobre la mesa y bañó el dinero. Se levantó, caminó alrededor de la mesa, tomó su mano izquierda y le quitó el anillo. Miró al Perro, luego al Payaso, estaban pálidos y aterrorizados, con una sonrisa cada vez mayor, se quitó uno de sus guantes blancos en busca de un lugar donde colocarse ese anillo, pero en ninguno de sus dedos quedaba espacio.Más tarde, cuando la policía revisó la cinta, vieron al tonto contando dinero y jugando a la ruleta rusa sentado en una mesa. Solo.
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