Una nueva noche habia llegado pero el mismo sueño lo atormentaba.
Una noche eterna y absoluta lo rodeaba, nada podia verse sin importar a donde mirarse. Pero entonces, y como sabia que pasaria, un reflector invisible se encendio. La luz revelo lo solo que estaba, pero no era lo suficientemente fuerte como para mostrar aquello que lo rodeaba. Solo elegia mostrarle como un espejo retorcido se alzaba majestuoso. Si bien cada noche era diferente el espejo, con cada sueño parecia retorcerse aun más y crecer como la locura de quien se reflejaba en el.
Pero lo que verdaderamente lo aterraba era la imagen que este le devolvia, no cambiaba, era estática y ni siquiera era su reflejo. No, era un recuerdo que el tenia miedo de volver a vivir, esta aterrado de verlo a los ojos! No por miedo al dolor ya que ese recuerdo era lo que le daba sus fuerzas.
Lo movia el miedo mas primordial de todos, enfrentarse a si mismo.
Se acerco al espejo decidido con terminar con aquel sueño de una vez por todas, trago saliva y lo miro fijamente dejándose tragar por el pasado y recordando tiempos más simples.
Ahora un joven y un niño se miraban en medio de la oscuridad, ambos alumbrados por aquel farol invisible. Se miraban fijamente, en calma, sin pronunciar una palabra o mover un músculo.
Una mirada fría y seca como un trueno negro se lanzaba sobre el niño quien la devolvia divertido como quien ve a un nuevo amigo. El niño trataba de reconocer a aquel joven mientras el joven trataba de recordar a aquel niño. Ambos tan diferentes como semejantes, las ropas del pequeño payaso multicolor del crío se oponían al conjunto hecho de retazos blancos y negros del joven, solo una similitud los hizo entender, un sombrero de bufón rojo y azul ambos lo usaban con un orgullo mítico, y si bien el gorro del niño brillaba como si fuera nuevo mientras que el suyo no solo había perdido el brillo con el tiempo, uno de los cascabeles se había caído y ya no podía mantenerse en punta como en su juventud.
Ambos se miraron y entendieron que hacían ahí, pero ninguno se movió, pasaron los minutos y las horas tal vez hasta días en silencio... Siempre en rodeados de la oscuridad.
- Como me convertí en ti- pregunto el niño mirándolo de arriba abajo algo decepcionado por haber perdido el color.
- La vida – respondió el joven con una sonrisa calida. – Me paso por encima un par de veces, me dio un par de palazos y me dio por muerto – agrego agachándose frente a el para verlo de cerca.
- Y como es la vida? – pregunto mirando al joven sonriéndole. - Que me va a pasar? – volvió a preguntar – Cuando comenzaste a vestir de blanco y negro?
- La vida? - solto una carcajada ante la pregunta. - Veras, te dirán que es mala, que es cruel y oscura y seguramente tendran toda la razon... Pero – le desordena los cabellos – vale la pena vivirla, cada segundo… Y en cuanto que te pasara pues si te digo las sorpresas que te esperan te quitare todo el misterio, pero creeme que seran muchas cosas, preparate – río un poco llegando a la ultima pregunta – El blanco y negro… es por que aprendí que los necesitas a ambos para ser feliz mi amiguito, lo bueno y lo malo van de la mano.
Se miraron y el joven se paro estirándose mientras el niño parecía confundido por sus palabras tratando de comprender, como el negro y el blanco podían ser necesarios para ser feliz. El joven le desorden los cabellos una ves mas y sonrío caminando hacia el espejo. Dandole la espalda.
La palabra "Salvaje" estaba escrita en su espalda.
- Sigo adentro tuyo verdad – pregunto el niño viéndolo marcharse
- Tu eres gran parte de mi fuerza – respondió el joven deteniéndose delante del espejo.
Mirandolo en el reflejo del espejo sonrio radiantemente.
- O no recuerdas nuestra promesa ? -
El niño sonrío y lo vio comenzar a cruzar aquel espejo
- Defenderlos a todos… - murmuro el niño
- A todos nuestros amados – agrego el joven antes de terminar de cruzar el espejo.
Una noche eterna y absoluta lo rodeaba, nada podia verse sin importar a donde mirarse. Pero entonces, y como sabia que pasaria, un reflector invisible se encendio. La luz revelo lo solo que estaba, pero no era lo suficientemente fuerte como para mostrar aquello que lo rodeaba. Solo elegia mostrarle como un espejo retorcido se alzaba majestuoso. Si bien cada noche era diferente el espejo, con cada sueño parecia retorcerse aun más y crecer como la locura de quien se reflejaba en el.
Pero lo que verdaderamente lo aterraba era la imagen que este le devolvia, no cambiaba, era estática y ni siquiera era su reflejo. No, era un recuerdo que el tenia miedo de volver a vivir, esta aterrado de verlo a los ojos! No por miedo al dolor ya que ese recuerdo era lo que le daba sus fuerzas.
Lo movia el miedo mas primordial de todos, enfrentarse a si mismo.
Se acerco al espejo decidido con terminar con aquel sueño de una vez por todas, trago saliva y lo miro fijamente dejándose tragar por el pasado y recordando tiempos más simples.
Ahora un joven y un niño se miraban en medio de la oscuridad, ambos alumbrados por aquel farol invisible. Se miraban fijamente, en calma, sin pronunciar una palabra o mover un músculo.
Una mirada fría y seca como un trueno negro se lanzaba sobre el niño quien la devolvia divertido como quien ve a un nuevo amigo. El niño trataba de reconocer a aquel joven mientras el joven trataba de recordar a aquel niño. Ambos tan diferentes como semejantes, las ropas del pequeño payaso multicolor del crío se oponían al conjunto hecho de retazos blancos y negros del joven, solo una similitud los hizo entender, un sombrero de bufón rojo y azul ambos lo usaban con un orgullo mítico, y si bien el gorro del niño brillaba como si fuera nuevo mientras que el suyo no solo había perdido el brillo con el tiempo, uno de los cascabeles se había caído y ya no podía mantenerse en punta como en su juventud.
Ambos se miraron y entendieron que hacían ahí, pero ninguno se movió, pasaron los minutos y las horas tal vez hasta días en silencio... Siempre en rodeados de la oscuridad.
- Como me convertí en ti- pregunto el niño mirándolo de arriba abajo algo decepcionado por haber perdido el color.
- La vida – respondió el joven con una sonrisa calida. – Me paso por encima un par de veces, me dio un par de palazos y me dio por muerto – agrego agachándose frente a el para verlo de cerca.
- Y como es la vida? – pregunto mirando al joven sonriéndole. - Que me va a pasar? – volvió a preguntar – Cuando comenzaste a vestir de blanco y negro?
- La vida? - solto una carcajada ante la pregunta. - Veras, te dirán que es mala, que es cruel y oscura y seguramente tendran toda la razon... Pero – le desordena los cabellos – vale la pena vivirla, cada segundo… Y en cuanto que te pasara pues si te digo las sorpresas que te esperan te quitare todo el misterio, pero creeme que seran muchas cosas, preparate – río un poco llegando a la ultima pregunta – El blanco y negro… es por que aprendí que los necesitas a ambos para ser feliz mi amiguito, lo bueno y lo malo van de la mano.
Se miraron y el joven se paro estirándose mientras el niño parecía confundido por sus palabras tratando de comprender, como el negro y el blanco podían ser necesarios para ser feliz. El joven le desorden los cabellos una ves mas y sonrío caminando hacia el espejo. Dandole la espalda.
La palabra "Salvaje" estaba escrita en su espalda.
- Sigo adentro tuyo verdad – pregunto el niño viéndolo marcharse
- Tu eres gran parte de mi fuerza – respondió el joven deteniéndose delante del espejo.
Mirandolo en el reflejo del espejo sonrio radiantemente.
- O no recuerdas nuestra promesa ? -
El niño sonrío y lo vio comenzar a cruzar aquel espejo
- Defenderlos a todos… - murmuro el niño
- A todos nuestros amados – agrego el joven antes de terminar de cruzar el espejo.
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