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Lobos / 02. Desobediencia.

El pasillo que seguía era largo, mucho más oscuro que la planta baja y estaba desierto, pocas puertas habían a los lados, dos a la izquierda, una tapiada a la derecha y al final una sola puerta de metal con un cartel que rezaba "Division Fenrir".
El murmullo de la conversación al otro lado fue creciendo mientras se acercaba y al abrirla se transformo en las risas e insultos de tres hombres jugando a las cartas.
Norte, Silencio y Trancos jugaban a las cartas sobre uno de los escritorios, naipes ingleses y dinero en el centro de la mesa, un termo, una bolsa de bollos dulces y una botella de vodka a un lado. Silencio parecía estar ganando, aunque los otros dos tenían sus dudas sobre como lo hacia, el viejo siberiano mantenía sus cartas cerca del cuerpo y su pequeña montaña de monedas igual de cerca.
Lo recibieron levantando sus jarros de metal invitándolo a que se una a la mesa. Se negó a ser estafado con una sonrisa, tomo uno de los bollos y siguió caminando hacia su escritorio. Aun si su instinto no le dijera que no lo hiciera, no tenia tiempo a jugar con ellos, solo venia a buscar unos papeles antes de marcharse. Seis años atrás encontrarse algo así los hubiera enviado a la calle o al pabellón de fusilamiento si un superior se enteraba, pero en estos días ni siquiera usaban sus placas y Bjorn tenia cosas más importantes de las que preocuparse que un poco más de actividad criminal en la estacion.
Cualquier otro día hubiera bebido con ellos hasta que la hermana de Trancos pareciera un buen partido pero hoy no podia sacarse aquella sensación de la cabeza. Como si estuviera a una tan solo media hora de mudarse a Villa Santa Mierda: Habitantes: 3.405.742.182…183…184 
«Esperamos que vengas pronto.»

- Nero, no te nos unes? - pregunto Trancos mientras repartia otra mano de rengo. - Necesito que alguien me diga como es que este desgraciado nos esta ganando.
Silencio rio sin hacer un solo ruido y tampoco hizo un solo comentario mientras habilmente acomodaba las cartas que le tocaron.
- Lo siento, yo si vengo a trabajar, señoritas - respondio revolviendo los el desorden de su escritorio. - Para variar hoy tengo una venta a la que ir, con algo de suerte tendremos juguetes nuevos - agrego sacando de uno de los cajones su libreta para meterla en su bolsillo.
Habia escuchado sobre estas ventas hace unas semanas, altos calibres sin marcar, armas imposibles de seguir. Bjorn solo le dijo que no terminara muerto, que era dificil encontrar tipos como él.
- Necesitaras un guardaespaldas ? - pregunto Norte sin quitar la mirada de las cartas. - Yo no tengo nada que hacer hoy, el jefazo me puso en espera por hoy.
- No lo creo, sera mejor si aparezco solo, tu feo rostro es capaz de arruinar el trato - respondio con una sonrisa llena de burla.
- Donde es la compra ? - pregunto Trancos mientras dejaba algunos escudos en el centro de la mesa, su rostro mostraba confianza en su apuesta, ese es el problema de los niños como él, aun no domina el arte de la cara de poker.
- Por los muelles, cerca de la Avenida Pratt - respondio vaciando sus bolsillos, asegurandose de no llevar nada que diga "policia". La placa, su identificacion, su celular, el anillo que recibio como conmemoracion por actos heroicos.
- Hoy me toca patrullar cerca del muelle, te llevare hasta la avenida - menciono el taxista sin perder confianza en sus cartas.
Los escudos se acumularon en la mesa, las cartas se mostraron y el siberiano volvio a llevarse todo. Trancos golpeo la mesa y se levanto. Nero solo escondio una sonrisa mientras miraba como las agiles manos del viejo mecanico volvian a mezclar, algunas cartas salian de sus mangas, otras entraban, en movimientos casi imposibles de detectar.
Trancos comenzo a abrigarse para salir nuevamente y Norte con Silencio volvieron a jugar. Nero se paro a un lado de la puerta esperando por el más joven de sus compañeros pero no pudo evitar mirar al siberiano a los ojos y tras establecer contacto visual dejo que sus manos hablaran por el, "No hace calor para usar abrigo aqui adentro?" le pregunto rapidamente con señas. La sonrisa del viejo lobo era rapaz y con eso dijo todo lo que tenia que decir.

Salieron por la parte de atras de la central, la puerta de metal daba a un callejon oscuro y sucio en el que no habia un alma. Un taxi amarillo e impecable destacaba como un pulgar que queria ser golpeado. El auto era un clasico modificado por la epoca, el Chevy cambio su motor y el tablero por algo más acorde al siglo XXII. Pero Trancos habia decidido dejar todo el resto.
Subieron al taxi, el motor prendio con un suave ronroneo que Nero juraba que excitaba a Trancos. El auto salio del callejon como una bala, bajo el control del cachorro el taxi se excurria entre el pesado trafico a más de cien kilometros por hora.
Y asi el viaje que debio durar cerca de media hora, duro solo cinco minutos. Algunas horas más tarde el desearia que aquel viaje durara algunos minutos más.
- Suerte Nero, consigueme uno de esos nuevos Hand Cannons de los que tanto hablan - fue lo ultimo que le dijo Trancos antes de acelerar dejandolo atras.
Escondio su rostro en la capucha y se sumergio en el mar de gente.

En que momento se fue todo a la mierda, se pregunto y cerro el puño alrededor del revólver antes de amenazarlo una ultima vez y golpearlo de lleno en el rostro, el sonido del pómulo partiéndose ante el impacto dijo más que la promesa en si y sin lugar a dudas logro su cometido. Rodeado de muerte el hombre desde el suelo suplico y en el miedo, su voluntad se quebró. El conocimiento es algo interesante, cuantas veces los ha escuchado jurar no saber nada, clamar que son peones en el juego pero un par de golpes, algo de dolor y como si fuera arte de magia hasta los más secretos detalles salen de sus gargantas.
- Donde esta mi cargamento? - pregunto mientras ponia la boca aun caliente del cañon en su frente.
El viejo calvo se retorcio sintiendo como su piel se quemaba pero no se atrevio a soltar ni un solo grito.
- Lo siento, lo siento! - murmuro ya sin deseo de lucha. - Los Infiernos escucharon que le estariamos vendiendo armas, señor Lobo, ellos orquestaron la emboscada, usted sabe como son, no les  gustan los vecinos y temen que ustedes crezcan…
Otro golpe, esta vez fue una patada al estomago, despues de todo por más molesto que estuviera solo queria centrarlo, no dejarlo inconciente. No se puede interrogar a un hombre desmayado.
- Eso no responde mi pregunta - gruño mirandolo en el suelo.
El pobre diablo boqueaba por aire, pero aun asi intento hacer su mejor esfuerzo por responder. - No me importa si ellos tienen pesadillas o sueños humedos sobre nosotros, solo quiero saber donde estan mis jodidas armas!
-T-tus armas, se-se las quedaron ellos, estan en el puerto, bodega cinco! - respondio buscando desesperado en sus bolsillos. Saco un papel amarillo y sucio con una direccion y se lo entrego.
El pobre diablo escupio un secreto tras otro intentando salvar su vida. Pero su destino ya estaba firmando. Con frialdad martillo el revolver y jalo del gatillo liberando muerte metálica contra el hombre suplicante. El fogonazo debe haber sido su ultima visión. Las películas mienten, le agregan demasiado teatro, demasiado tempo a un acto fugaz. En el mundo real todo es más cruel e infantil; Como a una marioneta a la que le cortan los hilos el cuerpo se desploma contra el concreto. Los pulmones se vacían. Tal vez una ultima idea cruza por su mente y muere. Solo muere, sin vergüenza por vaciar sus intestinos u honor por haber luchado hasta la muerte, sin siquiera una expresión solemne. Solo un cadaver más con un orificio en el pecho y un charco de sangre debajo. No se ve ninguna valquiria buscando el alma del caído, ni se dicen gloriosas ultimas palabras. Uno solo se derrumba ante el abrumador poder de la bala.
Las películas mienten, pensó mirando como su brazo izquierdo colgaba inerte. Enfundo como pudo el revolver y apoyándose en una pared palpo su brazo juzgando el daño. La herida descargo dolor sin misericordia. La escopeta habia escupido una lluvia de hierro que había entrado y salido haciendo de su carne un desastre, solo unos valientes girones de carne y piel mantenian su brazo unido al cuerpo. Miro el cielo gris y suspiro, no fue muy difícil llegar a la conclusión de que esta vez la plancha caliente y unas vendas no serian suficientes.
Si tan solo pudiera dormir un par de horas seria tan feliz. No, no podia perder más tiempo. Contra todo pensamiento, peleo con su cinturón para quitárselo y luego para ajustarlo en su brazo. Apretó los dientes con fuerza ahogando un grito que prometía ser desgarrador y que lo fue. El dolor fue como una bofetada, lo despertó de cierta forma, aun no podía permitirse morir y por esto sentir dolor era una bueña señal, significaba que aun estaba vivo.
Se acomodo la chaqueta ocultando el torniquete, escondio su rostro bajo la capucha y con la mano contra la pared comenzó a caminar por el laberinto de callejones hasta lograr salir a la avenida principal, su cuerpo caminaba de forma automática, un paso se ponía frente al otro sin necesitar instrucciones. La avenida estaba repleta de gente que se empujaba por llegar a sus destinos completamente ajenos a la multitud de cuerpos frescos que adornaban el suelo a solo unos callejones de donde estaban. "Escucharon los disparos pero no les importa o talvez temen que les importe" pensó mientras comenzaba a abrirse paso entre ellos tratando de no llamar la atención con su brazo sangrante. Aun dejando rastros rojos en la nieve sucia caminar siendo invisible es fácil si nadie quiere ver.
Cuando vio el hospital "Santos Ángeles" del otro lado de la calle se dio cuenta hacia donde lo llevaban sus pies, se forzó a detenerse, a anular su instinto de supervivencia y cambiar de rumbo. No podía entrar en un hospital, aun si es que salvaban su vida era una mala idea, los doctores y las enfermeras suelen hacer preguntas, preguntas que no se pueden responder con vagas descripciones de un accidente cuando las pinzas siguen sacando metralla de la carne, preguntas que llegan a los reporteros más voraces que las repiten buscando una respuesta viceral, que golpean puerta tras puerta investigando sin detenerse hasta que hacen tanto ruido que una declaracion de prensa llena de mentiras hermosas no es suficiente y lo que termina en el diario del domingo no es más que la sucia verdad. Nadie quiere la verdad.
El hospital quedaba detrás de él mientras avanzaba entre las personas sin un rumbo, aun. Su mente pesaba las posibilidades, entre momentos de lucides y sueño descartaba cada una de las opciones, ninguna era una respuesta, demasiado lejos de una cueva, sin una radio con la cual pedir ayuda. Su mejor apuesta era una cagada, un teléfono publico. La mera idea le causaba dolor de cabeza, Bjorn pondrá una bala en mi cabeza cuando se entere que lo hice, pensó mientras apuraba un poco el paso buscando uno. Casi todos los teléfonos públicos de la ciudad, exceptuando algunos que tenían casi cien años de uso, eran para vídeollamada y su seguridad era paupérrima en el mejor de los casos, era imposible saber si había alguien más escuchando y viendo.
Camino seis cuadras antes de encontrar el jackpot esperándolo al otro lado de la calle, una cabina azul con un teléfono de mediados del siglo XXI y que si aun funcionaba era un regalo del Odin.
Echo a un vagabundo que parecia haber tomado el cubiculo como su hogar y llevo el telefono a su oreja sintiendo que pesaba toneladas. Tenia tono, sin contar metio las monedas que tenia encima y casi golpeando las teclas marco el unico numero que no queria marcar.
- Aqui Bjorn, quien habla? - La voz del otro lado era aspera.
- Aqui Nero, necesito un taxi - respondio casi sin fuerzas.
El oso del otro lado de la linea maldijo con fuerza, tecleo rapidamente algunos comandos y chequeo la linea. Nero era un bastardo con suerte. No por que la linea era analoga y nadie escuchaba lo que decian, porque un taxi estaba cerca.
- Trancos esta en la zona, le dire que te levante.
Bjorn corto la llamada y tomo su celular.
Como un borracho salio de la cabina, camino hasta la esquina, le confio su peso a un poste de luz para no besar la vereda y espero. Y no espero demasiado. 
Un taxi con una bandera roja pintada en la puerta se detuvo junto a la cabina bajando a una señora que no hacia más que insultar al conductor llamándolo un hijo de puta, condenado y demente. El auto era un carruaje de oro enviado por los mismos dioses, tirado por caballos plateados y guiado por hermosas valkirias de grandes pechos y piel perfecta.
Sacudio su cabeza para dejar los sueño, llevo su mano a la boca y chiflo tres veces.
Trancos rapidamente hizo señas de luces y se acerco cortando el transito como un demente para detenerse frente a él y dejarlo subir, o mejor dicho derrumbarse en el asiento antes de acelerar por la avenida alejándose de los curiosos.
- Nero, por dios ese eres tu, verdad? - Pregunto mirándolo por el espejo sin apartar más de un segundo la mirada de los autos frente a él.
Desde el asiento trasero solo le gruño como respuesta.
- Mierda, estas fatal hermano, que mierda te paso?- Agrego mirándolo con mas detenimiento durante un semáforo rojo. - Estas sangrando sobre la tapicería nueva, me cago en tus ancestros, castigo de Odin...
- Cachorro... Vete a tomar por culo y conduce... - Respondió tratando de sacar el paquete de cigarros de su bolsillo.
- Debería dejarte tirado en medio de la avenida pero no quiero que Bjorn me despelleje – rio un poco volviendo la mirada al pavimento. El semáforo paso a verde y el taxi salio disparado esquivando autos. Trancos miro una vez más por el espejo, Nero estaba intentando encender un cigarro, y tomó la radio del taxi. - Aquí repartidor 623, llevando el magullado culo de Nero a la Aguja, estoy por la principal, llegare en 3 minutos, hay alguien ahí? Cambio.
Espero unos cuarenta segundos.
- Aguja, estoy por la principal a unos dos minutos de distancia, hay alguien ahí?
- Ni siquiera se te ocurra traer a ese imbécil aquí. - Respondió una voz de mujer.
Trancos no pudo evitar sonreír ante la respuesta, reconoció la voz sin problemas y no le fue difícil adivinar que pasaba.
- Mira pequeña no me importan los problemas que tengas con sonrisas pero aquí tengo al muy idiota sangrando y fumando sobre mi tapicería nueva y sabes hace cuanto la cambie? TRES DÍAS.
- Llévalo a Nómada, ahí lo atenderán tal como a el le gusta.
- Estoy a más de quince minutos de Nómada y a menos de dos de Aguja. Hazlo por los asientos del buen Trancos, esta bien?
- Trancos, a nadie le importa tu puta tapicería, déjalo en Aguja. Camila no quiero oír una queja más sobre esto. - Ordeno una voz dura y áspera – Como se encuentra el imbécil de Nero?
Desde el asiento trasero, con el cigarro medio colgando entre sus labios levanto el pulgar y gruño algo incomprensible.
- Esta mal – respondió Trancos.
- Un medico estará ahí en veinte minutos.
- Entendido, Bjorn – murmuro Camila.
La Aguja es un bar de mala fama ubicado entre el limite de la zona comercial y el puerto. Normalmente era frecuentado por algunas pandillas pequeñas, marineros, taxistas y putas que buscaban un lugar tranquilo donde trabajar o escapar del trabajo. Nada fuera de lo común. Pero si te acercabas a la parte trasera verías que también tiene un sótano, un lugar que algunos pocos conocen y llaman cueva de lobos. Ahí es donde se detuvo el taxi.
Trancos maldijo mirando por el retrovisor, Nero dejaba su cigarro sin encender en el cenicero, su rostro estaba blanco como el papel. Miro la puerta cerrada, esperaba que Camila dejara su enojo de lado al menos para salvarle la vida al idiota. Toco la bocina tres veces antes de bajarse y abrir la puerta del pasajero ayudando a Nero a levantarse, el hombre pesaba una tonelada, temblaba levemente y estaba tan frio como una lapida, nada de eso le gusto al chófer que medio cargándolo lo llevo hasta la puerta blindada y al encontrarla aun cerrada la pateo dos veces casi perdiendo el equilibrio en el segundo golpe. Nero permanecía semiconsciente, era prometedor, aun intentaba cargar con su propio peso y seguia ligeramente con la mirada lo que sucedía, pero ya no respondía a las palabras. No lo alcanzaban detrás de los muros de su cabeza, todo perdía color. Así comenzaba la tenebrosa desconexión y aunque luchaba contra aquella paz, ya no sentía dolor, ni miedo. Detras de los muros dos ideas peleaban. La primera era de su consciencia que esperaba que Camila realmente no abriera la puerta, aquella era una buena forma de morir. Quien mal vive, mal acaba dice un popular refrán de la ciudad aunque a él siempre le pareció más acertado otro que decía: quien a hierro vive, a hierro muere. Luego de todo lo vivido, luego de todas las manos de cartas que vio repartidas, finalmente morir era una buena forma de retirarse. La otra idea era un poco más simple, y poco tenia que ver con vivir, solo quería verla una vez más. Entre aquellas dos ideas su mente se apago por un segundo y su cuerpo perdio la poca fuerza que lo sostenía. De un segundo al otro Nero pendía unicamente del agarre de Trancos y este masticaba rabia. Paso otro minuto y luego de una tercera patada, Camila apareció en la puerta, su rostro palideció un poco al ver a Nero pero fingió con maestría una sutil indiferencia. Trancos fue cruel - Si muere sera por tu culpa - dijo apartándola para pasar y le dedico una ultima mirada antes de comenzar a bajar las escaleras. Nero, murmuro ella mirándolos bajar y su voz desperto parte de los perdidos pensamientos. Abriendo un poco sus ojos miro el mundo moverse sin entender realmente lo que pasaba. Los escalones eran empinados, los miraba pasar sin sentir que sus pies los pisaran, poco a poco levanto la mirada, Trancos estaba ahí sosteniéndolo y mirando otra vez hacia abajo entendió que de no ser por aquel infeliz habría caído de lleno por ellas. No tenia fuerzas, pero aun así intentaba hacer pie, sus pies intentaban hacerle caso pero ya no tenia las fuerzas como para pisar con firmeza. Todo volvía a estar más y más borroso, más oscuro y perdía sus formas. Gruño. - Teatralismo innecesario - murmuro molesto desconcertandolos. Aunque más alla de eso avivo un poco las cosas, todavia no estaba muerto.
La cueva era uno de los cuarteles que habían escondidos por la ciudad en caso de que algo salga mal, despues de todo un grupo de criminales no podia usar la central de policia durante sus golpes. El sotano contaba con un espacio amplio que servia como base de operaciones y lugar de descanso. Tenia unos tres cuartos con varias literas cada uno, una cocina pequeña, una sala de estar y otra de reuniones que contaba con un proyector montado en el techo. Casi siempre se encontraba a media luz, una de las excentricidades de Bjorn, y siempre contaba con al menos una persona para emergencias como esta.
Trancos sin pensarlo dos veces ni consultarlo lo llevo hasta un sofá y lo recostó, Nero ni siquiera reacciono al golpearse el brazo nuevamente. Su brazo izquierdo quedo colgando del sofá y de no ver la sangre bajando de su frente solo pensarían que estaba dormido. Camila entro al cuarto, golpeo el interruptor encendiendo las luces y camino hacia al sofá.  Miro por un segundo a Trancos y el conductor se aparto casi instintivamente, su mirada había abandonado aquel susto momentáneo para tener una que rozaba el enojo, Lo odiaba por haberlo traído, odiaba a Nero por venir a sangrar aquí pero aun así cargaba un botiquín y una botella de agua ardiente que ya había abierto.
- Bebe esto, te ayudara – murmuro y le abrió un poco los labios vertiendo un trago. El hombre tosió un poco y al segundo trago pudo beber un poco. - Ahora quédate quieto. - Agrego comenzando revisarlo con detenimiento comenzando por su cabeza. - Un hematoma en la quijada y un corte profundo sobre la ceja – murmuro para si misma haciendo una lista mental de la golpiza que habia recibido – Sin daño aparente en el cuello – agrego y comenzo a desprender su chaqueta, la camisa estaba empadada de sangre por lo que no tuvo cuidado de no romper los botones – Un corte vertical sobre las costillas – palpo la herida y volco un poco de agua ardiente para limpiarla – no paso del hueso... aunque parece que tiene las costillas rotas. - suspiro con un poco más de alivio – No puedo descartar heridas internas... Perdio algo de sangre, pero vivira.
Trancos se relajo al escuchar lo ultimo y se acerco al sofa, viendo como Camila sacaba cosas de la caja medica para comenzar a tratar a  Nero. Él parecia estar durmiendo, su pecho se inflaba levemente y la sangre ya casi no salia por la herida.
- Teatralismo innecesario, eso fue lo que él dijo, no? - Pregunto mirando como ella comenzaba a lavarse las manos con aguardiente para coser el corte en el pecho – Maldito idiota solo queria asustarnos...
- Si, es un imbécil con suerte – respondió ella y golpeo animadamente el brazo izquierdo. Su animo se desplomo, la manga estaba mojada y llena de agujeros. Miro su palma, estaba pintada de rojo nuevamente, se percato del charco de sangre que había comenzado a deslizarse bajo el sofá y rápidamente volteo para ver a Trancos. - Tu navaja, ahora – ordeno.
El taxista obedeció sin entender y se quedo callado mirando como ella comenzaba a rasgar la manga de su chaqueta. El torniquete se hizo visible, una represa que inútilmente trataba de detener la crecida. Rasgo la camisa también, perdiendo el aliento y el color en su rostro.
- Tan malo es? - Pregunto Nero despertando por segunda vez, aunque lo pregunto casi en broma sabia exactamente como estaba. Su mirada casi vidriosa tenia un brillo de entendimiento que antes no encontraba. - No deberían sorprenderse, no parecia un cirujano de la escopeta.
Camila y Trancos se sobresaltaron al escucharlo. Lo miraron a los ojos, parecía estar lucido nuevamente. Pero aun asi el susto no la abandonaba, cubriendo nuevamente la herida con un trapo miro a Nero y luego a Trancos.
- En cuanto llegará el medico? -
- Unos diez minutos – Respondió el taxista y se acerco un poco más para levantar la tela y mirar la herida, trago saliva sin saber que mas decir.
- Llama a Bjorn, dile que tienen que estar aquí ahora. - ordeno casi sin poder contener la desesperacion que sentia. Miro a Nero de nuevo y este estaba casi cerrando sus ojos otra vez. - Nero, abre los ojos. Nero… NERO! No te duermas. - Pidio mirandolo sin saber que más hacer.
Él no pudo hacerle caso.

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Vete a la mierda Matt

Mi vida son cosas que no puedo olvidar y cosas que no quiero recordar. Soy culpable de las malas y de las buenas Cada decision me abrio un tajo más Nunca supe querer, mucho menos odiar, Mi maximo dolor fue no aprender a llorar y cuando confese que me asustaba amar. Lo que escuche vete a la mierda, Matt. Como puedo saber que hacer con el amor Si fue la soledad la que me enseño A ser un idiota, caminando sin destino A marcar con sangre cada parada del camino Haz que cada tajo sea tu maestro Ama tu dolor, estaras más solo que el resto. Despertar es aceptar que nos vamos a herir Los desamores no te matan, enseñan a vivir. Y sangrando otra vez comence a renguear La meta era solo hasta donde pueda aguantar Avanzar hasta sangrar todo ese dolor O hasta encontrar algo me devuelva el color Si soy el imbecil que me orgullese ser Es gracias a la vida que me toco tener Y si al final estare solo en mi ataud Porque tengo que regalar mi gratitud? 

Entre una roca y algo muy duro.

 -Algún día, tal vez mañana- Días sucios y grises te van comiendo el mundo Frió inmundo que te empaña el alma La armada calma sera solo un sucio destino El peor desatino para un arma cargada Tu alma aterrada en un viejo laberinto Sin ahincó, sonrisas, lagrimas o deseos Se pregunta que tan feo puede ser estar perdido? Un rey caído en la peor desgracia Piensa si la eutanasia es un golpe de la suerte O peor seria que la muerte nunca te busque Tal vez se ofusque porque ya estas muerto Sera acaso cierto que aun deseas sentir O sera solo el decir de un viejo mentiroso Eres tan orgulloso de no aceptarte perdido O ya haz decidido que no tienes cura? Esperando desgracias futuras ríes con fuerza Aun cuando te retuerza el cuello un gigante Sonreirás triunfante porque ya no sientes nada Ni la magia de las hadas ni el toque de los santos Derritiran tu grueso manto de hielo Y ni el negro duelo ni la hermosa dicha Le meten fichas a tu corazón cansado Ese que bajo c